Introducción
En los últimos años, el número de animales de compañía ha incrementado notoriamente en todo el mundo; y con ello, la atención a su cuidado y bienestar. En este contexto, la obtención de productos alimenticios nutritivos y de calidad para estos animales, conlleva una enorme responsabilidad para la industria productora de piensos. Mantener la inocuidad y garantizar la seguridad del alimento resulta fundamental (Kepinska y Biel, 2021). Hay diferentes riesgos microbiológicos que pueden afectar a la calidad del alimento, de los cuales se destacan las bacterias, los hongos y sus toxinas; siendo estas últimas una gran problemática para la salud animal y humana.
La contaminación por micotoxinas en los alimentos para animales de compañía constituye una grave amenaza para su salud. Las micotoxinas son metabolitos dañinos producidos en su mayoría por tres principales grupos de hongos: Penicillium, Aspergillus y Fusarium.

Del mismo modo que en los forrajes, las micotoxinas se pueden generar en los cereales antes, durante y después de la cosecha, en diferentes condiciones ambientales. La industria productora de alimentos para mascotas utiliza dentro de sus insumos cereales y subproductos de cereales, para así, obtener el almidón digerible por medio de un proceso de extrusión. Sin embargo, a pesar de que este procesamiento ofrece altas presiones y temperaturas, no es capaz de inactivar las micotoxinas. Por tanto, estos contaminantes suponen un riesgo importante para la salud de las mascotas, generando preocupación entre los propietarios de las mismas (Grandi et al., 2019; Antonissen et al., 2017).
La Comisión Europea ha establecido niveles máximos permitidos de micotoxinas en el alimento. No obstante, a pesar de estas recomendaciones, se ha demostrado que la exposición continuada a dosis bajas de determinadas micotoxinas, puede provocar graves efectos adversos en la salud de estos animales (Kepinska y Biel, 2021).
Dependiendo de la naturaleza de la micotoxina, los efectos pueden ser cancerígenos, teratogénicos, inmunosupresores, mutagénicos, hepatotóxicos, neurotóxicos o nefrotóxicos. A continuación, se incluye una recopilación de los efectos registrados hasta el momento de estas toxinas en perros y gatos.

Efectos de las micotoxinas en perros
Aunque existen pocos reportes sobre la toxicidad de las micotoxinas en mascotas, la presencia de estos contaminantes en sus piensos ha sido ampliamente confirmada (Grandi et al., 2019).
Aflatoxinas
El perro es una de las especies domésticas más sensibles a la intoxicación por aflatoxinas, debido a la baja acción de la enzima glutatión S-transferasa en dicha especie, la cual tiene un rol fundamental en la desintoxicación de estas micotoxinas (Martinez et al., 2021).
La aflatoxicosis clínica en perros puede afectar al:
- Sistema nervioso
- Depresión
- Convulsiones
- Estupor
- Vocalización
- Coma
- Sistema digestivo
- Vómito
- Anorexia
- Hematemesis
- Melena
- Hematoquecia
- Hemodinámica
- Ascitis
- Deshidratación
- Ictericia
- Edema Periférico
- Hemorragias en membranas mucosas
Muchas de las lesiones reportadas se dan en el hígado y se registran también alteraciones en la coagulación (Martinez et al., 2021). En las hembras, se ha establecido una asociación entre la contaminación de los piensos con aflatoxinas y el desarrollo de cáncer de mama (Frehse et al., 2015).
Zearalenona
Los perros también se consideran una especie especialmente sensible a la zearalenona. Esta micotoxina, producida por hongos del género Fusarium, es similar estructuralmente a los estrógenos naturales, de modo que su presencia en el alimento puede provocar cambios considerables en el sistema reproductivo (Kepinska y Biel, 2021). En las hembras, la zearalenona puede producir edematización de oviducto y útero. Mientras que, en los machos, la acción de dicha toxina está relacionada con la reducción de la espermatogénesis (Witaszak et al., 2020).
Además, considerando la zearalenona como un disruptor endocrino, se ha demostrado que la exposición continuada a dosis bajas puede actuar promoviendo el cáncer de mama y el desarrollo de otros tumores dependientes de hormonas, especialmente en hembras (Ruiz-Suarez et al., 2015).
Tricotecenos
En este grupo nos encontramos con pequeñas moléculas anfipáticas que se trasladan pasivamente por las membranas celulares. Estos compuestos son absorbidos fácilmente por el sistema tegumentario y gastrointestinal, y a su vez, tienen una acción dinámica en los tejidos de proliferación rápida.
Las micotoxinas más destacadas dentro de este grupo son el deoxinivalenol (DON) y las toxinas T-2 y HT-2. El más importante y estudiado es el DON, puesto que, sus efectos llaman la atención dentro de la salud pública (Kepinska y Biel, 2021). Este tipo de micotoxinas pueden ocasionar pérdida de apetito y peso, vómitos, diarrea e incluso hemorragias gastrointestinales (Witaszak et al., 2020).
Fumonisinas
Son un grupo de alrededor de 25 micotoxinas desarrolladas por el género de hongos Fusarium. Las fumonisinas principales son la fumonisina B1 (FB1) y la fumonisina B2 (FB2) (Kepinska y Biel, 2021). Estas micotoxinas pueden alterar el metabolismo de esfingolípidos celulares y, del mismo modo, activar vías de apoptosis, necrosis e hiperplasia celular.
La información de los efectos de las fumonisinas en perros es muy limitada; no obstante, se sugiere que su inclusión en el alimento puede involucrar un riesgo hepatotóxico y nefrotóxico, comúnmente visto en intoxicaciones agudas, o puede provocar inmunodepresión, cuando se trata de exposición crónica (Gazzotti et al., 2015).
Ocratoxinas
Estas micotoxinas son producidas comúnmente por los hongos del género Aspergillus y Penicillium. Como en otras especies, esta toxina tiene como órgano diana el riñón. Los perros con intoxicaciones por ocratoxinas pueden presentar síntomas clínicos como anorexia, poliuria, polidipsia, ansiedad, postración, inquietud o debilidad (Zain, 2011).

Efectos de las micotoxinas en gatos
Aflatoxinas
Dentro de la literatura se han mencionado una gran variedad de brotes de aflatoxicosis canina, sin embargo, no se han registrado casos relacionados con aflatoxicosis en gatos. Aun así, la detección de aflatoxinas en el alimento de mascotas es un motivo común por el cual se decide retirar un pienso, también en el caso de los gatos (Grandi et al., 2019).
Zearalenona
En los gatos la zearalenona es una toxina que altera el funcionamiento hormonal reproductivo, al incentivar la sobreexpresión de receptores de estrógenos, dando lugar a problemas similares a los anteriormente mencionados en perros. Sin embargo, la información acerca de los efectos específicos generados por la zearalenona en gatos sigue siendo bastante limitada (Knutsen et al., 2017).
Tricotecenos
Los gatos son muy sensibles a este grupo de micotoxinas, destacando especialmente la hematotoxicidad inducida por la toxina T-2 (Glanemann et al., 2023). Varios estudios han registrado una elevada cantidad de micotoxinas, sobre todo T-2 y HT-2, en cereales y alimentos para mascotas. En 2021, se detectó un brote de pancitopenia grave, ocasionado por la presencia de elevados niveles de T-2 y HT-2 en el pienso, que provocó la muerte de varios gatos (Glanemann et al., 2023). Otro estudio reportó que a través de la inyección intravenosa de T-2 en gatos, se generaron problemas de hipovolemia y la muerte de los mismos (Devegowd et al., 2000).
Fumonisinas
Del mismo modo que en perros, no hay muchos reportes de la afectación a la salud de los gatos por parte de este tipo de micotoxinas (Witaszak et al., 2020). No obstante, cabe destacar que son moléculas toxicas comúnmente encontradas en materias primas, particularmente estables a altas temperaturas (Grandi et al., 2019).
Ocratoxinas
Al igual que en perros, estas toxinas destacan principalmente por afectar a los riñones. De este modo, alteran la estructura y el funcionamiento renal, dando lugar a diferentes signos clínicos como poliuria, polidipsia y postración (Zain, 2011).


Conclusión
La contaminación por micotoxinas es un enorme desafío dentro de la industria de fabricación de piensos para animales de compañía. Las materias primas contaminadas pueden llegar a estos piensos y conducir a una intoxicación en las mascotas, en función del tiempo y la dosis de exposición (Grandi et al., 2019). Es por ello que deben seguirse estrategias de control y prevención, para detectar de forma temprana estos agentes tóxicos y evitar que afecten a la salud de nuestras mascotas.