El nombre micotoxina, etimológicamente, se compone de la palabra griega mykes (moho u hongo) y la palabra latina toxicum (veneno). Las micotoxinas son metabolitos secundarios de bajo peso molecular producidos por hongos. Los hongos micotoxigénicos se pueden dividir en dos clases, hongos de campo y de almacenamiento.
Los hongos de campo producen micotoxinas en el cultivo antes de la cosecha, como las especies de Fusarium, mientras que los hongos de almacenamiento producen micotoxinas después de la cosecha del cultivo, principalmente durante el almacenamiento, como las especies de Aspergillus y Penicillium. La temperatura y la actividad del agua son, principalmente, los factores más importantes que determinan la producción de micotoxinas.
En general, las especies de Fusarium micotoxigénicas son más frecuentes en regiones templadas, como Europa Occidental y América del Norte, y es más probable que las especies de Aspergillus y Penicillium se encuentren en regiones (sub)tropicales.
La principal fuente de exposición a las micotoxinas es la ingestión de alimentos/piensos contaminados, pero también se consideran fuentes de exposición el contacto con la piel y la inhalación de toxinas. Todas las micotoxinas son de origen fúngico, pero el desarrollo fúngico no significa necesariamente la presencia de micotoxinas. Además, una especie de hongo puede producir más de una micotoxina diferente y una micotoxina puede ser producida por representantes de diferentes géneros de hongos. Hoy día, hay más de 400 compuestos químicos clasificados como micotoxinas.
Las micotoxinas pueden causar variedad de enfermedades, así como la muerte tanto en humanos como en animales. Las más importantes asociadas con enfermedades humanas y animales son las aflatoxinas (AF), la citrinina, los alcaloides del cornezuelo del centeno, las fumonisinas (FB), la ocratoxina A (OTA), la patulina, los tricotecenos (principalmente, deoxinivalenol {DON}, nivalenol {NIV}, toxinas T-2 y HT-2) y la zearalenona (ZEN). Recientemente, se han descrito micotoxinas modificadas y emergentes (Broekaert et al., 2015) y su importancia se tiene cada vez más en cuenta.
Las micotoxinas son los contaminantes más comunes de alimentos y piensos en todo el mundo y se consideran un importante factor de riesgo para la salud humana y animal.
El estrés oxidativo ocurre en las células cuando la concentración de oxígeno reactivo supera la capacidad antioxidante de la célula. El estrés oxidativo causa daño en el ADN, aumenta la peroxidación de lípidos, daño de proteínas y apoptosis celular.
Se ha demostrado que el estrés oxidativo y la generación de radicales libres están implicados en la toxicidad de las micotoxinas más comunes (Wang et al., 2016). Tras la exposición a las micotoxinas, el desequilibrio entre los radicales libres y los sistemas de defensa antioxidantes puede provocar daños químicos en el ADN, las proteínas y los lípidos (Assi, 2017).
Se han reportado una serie de efectos relacionados con el estrés oxidativo producido en el caso de micotoxicosis por las micotoxinas más comunes (Silva et al., 2018):
La contaminación por micotoxinas en los piensos afecta negativamente a la salud y el rendimiento de los animales (pérdidas económicas). La inclusión de un adsorbente de micotoxinas en el pienso es necesaria para controlar este peligro y minimizar esas pérdidas económicas.
Sin embargo, algunas micotoxinas como los tricotecenos siguen siendo difíciles de adsorber. Por tanto, se recomienda incluir ingredientes con capacidad antioxidante para contrarrestar los efectos indirectos de micotoxinas como el estrés oxidativo, la inmunosupresión, el daño hepático e intestinal.
Las propiedades protectoras de los antioxidantes probablemente se deban a su capacidad para actuar como captadores de radicales libres, por lo que, protegiendo el ADN, las proteínas celulares y los lípidos de las infecciones inducidas por micotoxinas.
Se han utilizado muchas sustancias naturales por su capacidad para modular el estrés oxidativo causado por micotoxinas (Silva et al., 2018):
Estos ingredientes inhiben la oxidación de sustratos como modo de acción, y a nivel fisiológico reducen la producción de radicales libres e incrementan la función antioxidante de CAT, GSH, GPx y SOD, disminuyen el contenido de MDA, aumentan el nivel de GSH y modulan la inmunosupresión inducida por las micotoxinas.
A nivel celular, las micotoxinas producen el estrés oxidativo. Así pues, contrarrestar las consecuencias del estrés oxidativo es contrarrestar de una manera indirecta los efectos negativos de las micotoxinas.
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